lunes, 31 de enero de 2011

El bucle de Boyd


Existe una teoría militar muy interesante que se denomina “El bucle de Boyd”. Fue formulada en el empeño del tal Boyd de explicar las causas por las que un avión era derribado en las batallas aéreas. Básicamente formula que la interacción entre los dos pilotos se puede describir como un bucle de acción-reacción. El que reacciona no lleva nunca la iniciativa y suele acabar derribado al cometer un error. Vamos, que el que suele ganar la batalla y no ser derribado es el que lleva la iniciativa. De esta manera, Mr. Boyd concluyó que sólo se podía recuperar la iniciativa si se conseguía concatenar una respuesta doble que obligue al oponente a reaccionar. Esto que parece una perogrullada puede significar la diferencia entre vivir y morir.
Esta teoría la podemos aplicar a muchos ámbitos de la vida, pero me gustaría centrarme hoy en el ámbito de las relaciones de pareja, y más en concreto en aquellas que podríamos definir como disfuncionales.
Si tomamos la teoría de Boyd podemos observar una pauta de interacción disfuncional en la que uno tiene el poder y controla la relación, y otro (generalmente otra) que sufre y depende constantemente. Es curioso, pero la persona que tiene el poder en la relación disfuncional es la que tiene más problemas psicológicos, pero la que acude a terapia es la que sufre.
La única manera de salir de este tipo de relaciones es tomando consciencia y buscando una doble respuesta que nos permita recuperar la iniciativa. El principal problema es que el que manda en la relación no suele tomarse demasiado bien este tipo de cambios y reacciona buscando herir de diversas maneras a su “sometida”, ya sea por miedo, culpa o pena, que le permita anular a su víctima.
Muchas de estas relaciones se pueden definir como de vampirismo emocional, y ningún depredador deja escapar fácilmente a su presa. Tal vez lo más terrible de estas situaciones es que una vez finalizadas, el vampiro depredador siempre intenta volver a recuperar la relación, da igual el tiempo que pase, porque él siempre tiene poco que perder y mucho que ganar, y no se toman nada bien las negativas…
Hace un tiempo tuve conocimiento de una de estas relaciones, y la víctima rehizo su vida después de romper la relación. Siete años y medio después de haber roto la relación, el depredador emocional volvió a hacer acto de presencia a través de email: Ya había entrado en el bucle de Boyd. Ante la ausencia de respuesta lo intentó un par de veces más. Luego empezó a descalificar e insultar por el hecho de no obtener respuesta.
¿Qué hace?¿Aguanta los insultos?¿Se los devuelve?¿Le da explicaciones? No, mejor realiza un movimiento doble que le permita llevar la iniciativa de la situación y le envía el siguiente email:

Mi malherido y renqueante lobo feroz,
Las obsesiones no son buenas…Ciegan. Y no hay más ciego que el que no quiere ver.
¡Veamos pues!
Inviertes mucha energía y empeño en recibir respuesta mía, sin darte cuenta que ya la obtuviste de tu primer e-mail: La Nada, El Silencio, La Indiferencia, es también una respuesta. Por muy dolorosa y frustrante que ésta sea.
Y no es resentimiento. Es carpetazo a una etapa de mi vida, ya pasada, a la que no deseo volver.
Agradezco tu visión aleccionadora sobre qué supuso o dejó de suponer nuestra historia de amor para mí. Sólo recordarte un detalle: yo estuve allí.
Leyendo tus palabras veo cuánto de triste y perdido hay en ellas. ¡Tan centrado estás en ti! Si la rabia no te ofuscara, entenderías…
Que no soy víctima, aunque lo fui. Y no de ti, sino de mí.
Que yo fui responsable de las decisiones que tomé (y de las que omití).
Que fui presa de mi desprecio. Me maltraté. Me permití caer, y caí.
Me abandoné.
Sólo cuando tú seas capaz de mirarte en el espejo y aún detestando el reflejo que te devuelva, lo reconozcas como tuyo, entenderás de qué te estoy hablando.
No reniego de mi historia personal, sólo intento aprender de ella. Ya no me aferro tercamente a nada. Aprendo que hay otras verdades, distintas a la mía y tan legítimas, también. Respeto, le llaman…
Sigue tu camino, que yo andaré el mío. Gracias.
Espero, de verdad, haber satisfecho plenamente tu necesidad de respuesta, porque no va a haber otra.
Sinceramente,

No sé a vosotros, pero en mí despierta una profunda admiración alguien capaz de realizar este movimiento. Siguiendo la teoría, consiguió llevar la iniciativa y sólo tuvo que aguantar un nuevo mail lleno de descalificaciones e insultos, que a nuestra amiga le sirvió para ratificar la opinión que tenía de este sujeto. Tal vez lo que ha sucedido es que emocionalmente lo había derribado, diría Boyd.

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Esta entrada fue editada por primera vez en El mundo de Marta, hace casi dos años y medio. Muchas de las reacciones fueron muy interesantes, si deseas leerlas puedes clickar aquí.